El mercurio es uno de los millares disruptores endocrinos; llámese tales agentes sintéticos a el conjunto heterogéneo de compuestos químicos, contaminantes medioambientales, que interaccionan con el sistema endocrino alterando su delicado funcionamiento y ocasionando múlitples fallos en su delicada homeostasis o equilibrio funcional.
Su ubicuidad en la biosfera y particularmente en el cuerpo humano es en sumo grado dañina ya que desplaza a oligoelementos claves como el selenio, zinc, yodo, etc, ocupando su lugar e interfiriendo en el funcionamiento adecuado del mismo.
“La proporción de personas con mercurio en las células foliculares de la tiroides aumenta con la edad, hasta que está presente en más de un tercio de las personas de 60 años o más. Otros metales tóxicos en las células tiroideas podrían aumentar la toxicidad del mercurio. El mercurio puede desencadenar genotoxicidad, reacciones autoinmunes y daño oxidativo, lo que plantea la posibilidad de que el mercurio pueda desempeñar un papel en la patogenia de los cánceres de tiroides, la tiroiditis autoinmune y el hipotiroidismo.”
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