Dirk Hamer |
Dirk, hijo mío,
¡Hace dos años, un día como hoy, fue el mas negro de mi vida, la hora más difícil
de mi vida! Mi amado hijo Dirk murió entre mis brazos. Nada, ni antes ni después,
ha sido tan terrible, tan indescriptiblemente destructivo como ese momento. Pensé
que quizás aquel sentimiento de impotencia, de abandono, de tristeza infinita se
desvanecería lentamente, pero por el contrario cada vez es mas fuerte. No puedo
seguir siendo la persona que fui. Pobre hijo mío, lo que has tenido que soportar, lo
que has tenido que sufrir, y sin quejarte jamás. Que no habría dado por haber
muerto yo en tu lugar. Cada noche vuelves a morir entre mis brazos, 730 noches
que has vuelto a morir a mi lado y yo no quería dejarte ir, pero la atroz fatalidad te
llevaba siempre. Cada vez me quedaba impotente hasta el final, gritando como
hace dos años, gritando sin poderme contener y desconcertado, como en aquel
momento, entre los pacientes graves y los médicos y enfermeras apáticos,
brutales y crueles, que solo me dejaron estar a tu lado cuanto estabas muriendo.
Tú, chico maravilloso, has muerto como un rey, orgulloso, grande y aun así tan
tierno, a pesar de todos los tormentos, de todos los tubos en las venas y arterias;
a pesar de la intubación y del terrible decubito. Rechazaste la bajeza y la maldad
de tus torturadores tan solo moviendo la cabeza: “Papá, son malos, muy malos”.
En los últimos días me hablabas solamente con los ojos, pero yo comprendí cada
una de tus palabras.
¿Has entendido tú también todo aquello que te dije al final, que tu padre y tu
madre te amarán infinitamente que siempre estarás presente haciendo todo junto
a nosotros? ¿Y que ahora deberás ser muy fuerte y tener un sueño larguísimo?
Asentiste y yo estoy seguro de que lo has comprendiste todo, a pesar de tu lucha
contra la muerte.
Para leer todo el documento: http://www.pensamientopositivo.com.ar/html/Nueva-medicina-germanica-Parte-I-Dr-Ryke-Geerd-Hamer.pdf